Por una peseta te daban un buen montón.
Se pegaban en el paladar. Pero el sabor era insuperable.
Por cierto. Si criais que nunca más volveríais a probarlos estáis muy equivocados.
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Los auténticos Snipes de toda la vida con el olor que todos recordamos y el mejor sabor.
Te los llevas a la oficina y ya tienes a todos tus compañeros (los más mayorcitos) de vuelta a la infancia.
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